Voy a empezar a usar este blog como una forma de también publicar mis mierdas fuera de Wattpad, a continuación el nombre junto con el resumen y luego el prólogo.
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Guerra en Yashik.
Alexander Kaminski, un joven de veintidós años entra a la División Espacial del ejército, tras cuatro años de estudiar para ser un ingeniero de combate, iniciando casi como oficial. Tendrá que vivir durante tres años los horrores de la guerra, mientras madura a la fuerza.
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Prólogo - Flores
«Si tuviera que decir qué es lo que más odio de esta roca... sería sin duda la guerra, haber venido fue un error, tendría que haberme quedado en Czerwonawy y ser un ingeniero normal»
Recuerdos vagos venían a la mente de aquel joven tirado en el piso de un campo de flores. Lo primero que hizo al retomar la mínima consciencia fue revisar su mano, solo para confirmar que su mano derecha había sido triturada por el impacto de un mortero, y le faltaban dos dedos. Afortunadamente solo tenía unos pedazos de metralla en todo su brazo derecho, desafortunadamente, ya no podría empuñar su rifle, que por cierto, también había quedado triturado por la explosión del mortero.
No recordaba exactamente como había pasado, no solo la explosión que había destruido su mano, si no como había llegado a ese punto. Había estado los últimos tres años en un planeta que no era el suyo, peleando una guerra que no era suya. ¿Era patriotismo lo que lo hizo que llegara a ese momento?, ¿el sentimiento de creerse invencible por ser joven?, no lo sabe, realmente había llegado a la conclusión de que no sabía nada hace bastante.
La guerra en Yashik... una guerra civil en el sistema Víctor-Charlie, había llegado pensando en que sería algo rápido, qué con el apoyo aéreo de la armada espacial y el apoyo de las tropas de Yashik que no se habían rebelado acabarían con los rebeldes en cuestión de meses.
«Ja... Y pensar que fui tan inocente» Se pensó a el mismo, tratando de recordar la cara de su madre, ya no quería estar en Yashik, pero simplemente lo iban a mandar a la retaguardia, por un par de meses, y solo si negaba el implante metálico para remplazar su mano.
Por un buen momento, el cielo era azul, en Yashik el clima era horrible, que no lloviera era raro, y, también había un silencio hermoso, que acompañado con el olor del campo de flores en el que se estaba desangrando aquel joven, parecía como si por fin estuviera llegando al cielo y se estuviera librando por fin de la armada.
Estaba soñando despierto, simplemente engañándose para no romper a llorar en ese momento, cosa que hubiera sido inevitable, de no ser un fuerte ruido.
— ¡Alexander! —. Un grito con una voz quebradiza, de un joven moreno, con una expresión que preocuparía a cualquiera. Su caballo, estaba galopando a toda velocidad. — ¡Carajo, no mueras, imbécil! —. Gritó de nuevo, jalando del caballo al llegar al pequeño campo de flores donde Alexander estaba.
Sin malgastar ni un segundo el joven agarró a Alexander y lo aventó con la mayor delicadeza posible al lomo de su caballo, revelando que el ultimo también tenía parte de la caja torácica abierta, por la espalda, producto de la explosión de mortero.
— ¡Mierda, Alex, si sales vivo de esta me vas a deber quinientos créditos! —. Gritó de nuevo, subiendo a su caballo y dando la vuelta, escapando de los impactos de mortero y artillería que aun llegaban, la mentira del Alexander se había acabado, todavía habían algunos soldados defendiendo el frente en el terreno montañoso, pero algunas compañías se estaban reagrupando para hacer un contraataque para aprovechar la escaramuza para mover el frente un poco. — El cabrón del teniente Red quería abandonarte, me dejó atrás, tienes suerte de que seamos amigos y de que el capitán te quiera vivo —. Dijo mientras su caballo galopaba con fuerza y rapidez.
Alexander seguía consciente y escuchó todo lo que dijo, sin embargo estaba demasiado cansado y herido como para preocuparse.
El caballo de aquel joven era increíble, en poco tiempo logró recorrer todo el tramo del terreno montañoso al bosque donde estaba oculta la pequeña base improvisada Charlie, donde estaba los capitanes de la compañía Alfa y Yanqui junto al coronel líder del 74° Regimiento de Caballería.
— ¡Abran paso, traigo heridos! — Gritó el joven a los soldados que estaban en tiendas de campaña junto a algunos oficiales trazando un plan para el contraataque.
Llegó hacía el pequeño establo y con desesperación agarró a Alexander, el cual estaba todavía perdiendo sangre, y se lo puso encima de los hombros, y se movió lo más rápido que pudo al hospital de campo.
— ¡Herido con la mano echa mierda, tiene las costillas al descubierto! — Gritó de nuevo, con una clara desesperación, un médico de combate intentó ser respetuoso y decirle que se calmara, y que el intentaría tratar al muchacho. Por fin logró calmarse al entregar a Alexander.
«No se si maldecirte o agradecerte, Romeo» Pensó Alexander, al empezar a ser tratado, empezando a lentamente desvanecerse.
«Ojalá verte pronto, mamá»